Adolescencia, etapa capaz no tan dura pero seguro que no tan blanda. Creo que es una de las etapas mas importantes en nuestras vidas. Es una etapa mágica y única donde ya somos adultos pero todavía no, es cuando dejamos de vivir en nuestros juegos y diversión y empezamos a ser reales. Dejamos de ser niños ¿pero entonces qué somos? Es una 'etapa' según algunos, otros dicen que es un capricho y el que quiera pasar de niño a adulto lo haga. Empezamos a entender qué merecemos y qué no tanto, aunque eso también lleva en el medio un afán de merecerlo todo o nada. En nuestras vidas aprendemos tanto como lo hacemos en la adolescencia, pero lo que en realidad aprendemos es a aprender por nosotros mismos.
Nuestros padres, tíos, abuelos, hermanos y un montón de gente más se cree merecedora de prohibirnos y reprohibirnos las experiencias, que de algún modo las terminamos teniendo igual. 'No tomes alcohol', 'no te juntes con ella', 'no tengas sexo', 'no salgas con el porque es un idiota', 'hace lo que te digo', 'los únicos que siempre te van a amar son mamá y papá' entre otras mentiras, engaños y frases de programas de ultra derecha conservadora donde el adolescente es retardado, ignorante, rebelde, irrespetuoso y no es capaz de aprender por el mismo sino por lo que le cuentan. No nos dejan entender que este es el momento de nuestras vidas donde tenemos que tomar alcohol y pasarla mal, juntarnos con ella y que nos cague, tener sexo y pasarla horrible, salir con el y entender que es un idiota, no hacer lo que te dicen, entender que no todos los padres aman a sus hijos y que capaz si los tuyos te aman los papas de tu amigo no lo aman. Es la happy hour de la vida donde todo lo que hagas como experimento termina siendo una lección de vida, es la fiesta de la vida previa a levantarte y trabajar durante cuarenta años antes de llegar a tu casa para acostarte y dormirte para siempre. Toda tu adolescencia y juventud debería ser la mejor noche de tu vida, ese tipo de noches donde aprendes desde primeros auxilios a como rescatarte después de quebrar.
Hoy en día todo lo que haga el adolescente se ve mal. Si sabe mucho se ve mal, porque no tiene edad para saber eso por lo tanto no sabe nada; si no sabe nada se ve mal, porque ya tiene edad para saber todo eso ¿cómo hay chicos de su edad que si lo saben?; si toman alcohol se ve mal, porque son demasiado jóvenes para hacerlo; si no lo hacen se miran entre ellos preguntándose por qué no; si deciden tener ideas propias está mal porque solo los adultos al parecer pueden tenerlas; si no las tiene la pregunta es por qué no empiezan a formarse a ellos mismos. Los adultos y ancianos de hoy en día se dedican a criticar cada mínimo error de los chicos, quitándoles su motivación, sus ganas, su esfuerzo, haciéndolos sentir inútiles y miserables por ser adolescentes o jóvenes, sin saber (o sin darle importancia) que esto es muy probable que permanezca el resto de sus vidas.
Hoy en día la depresión en adolescentes es muy común, y no es culpa suya, es culpa de los adultos. No hay amor, no hay apoyo, atención, no hay confianza, no hay siquiera relación a veces. Valoro mucho a esos padres que son los mejores del mundo con sus hijos y que están realmente dispuestos a dar todo por su felicidad. Pero padre que da todo por la felicidad de sus hijos no es el que lo dice, es el que no lo dice pero si lo demuestra. Es el que para cumplir los sueños de su hijo no le dice los riesgos cada vez que lo menciona, es el que hasta inventa posibilidades. No es el que lo manda al mejor colegio privado y paga por la mejor educación, es el que se preocupa por si aprende o no, escucha y lucha por sus reclamos. Y no es el que siempre está en casa, es el que trabaja día y noche por su bienestar pero al verlo deja de lado los problemas y le pregunta como está, si está bien, le da un abrazo, le da amor.
Toda mi vida vi a mis padres entrando y saliendo de casa, a veces incluso sin despedirse. Escuché a mi madre y a mi abuela hacerme sentir miserable, tirando abajo cada sueño que yo tenía con las posibilidades de que no vaya todo tan bien. Viví a mis padres desmereciendo cada cosa que hacía bien pero sobreactuando por cada una que hacía mal. Me tocó una mamá que hipócritamente luchaba por las mujeres golpeadas y abusadas, mientras ella psicológicamente abusaba de mi como lo haría cualquier machista contra su esposa: según mi madre nunca fui capaz (ni lo voy a ser) de todo lo que me proponía; según ella mis sueños estaban fuera de presupuesto (en una familia de clase media, extrañamente siempre lo estaban; raro ¿no?) mientras ella hacía lo que quería; según ella yo siempre tuve todos los gustos, aunque yo siempre reclamé amor y buenos tratos que jamás obtuve; entre otras muchas cosas que me llevaron a la triste realidad: mi mamá no me ama, porque alguien que te ama entiende cuando pedis buenos tratos, amor, apoyo, comprensión, y las cosas básicas que se dan cuando uno pronuncia la palabra 'amor'. Después de esto y años de terapia, sigo sintiéndome miserable y necesito la aprobación de otros para hacer cualquier cosa, y es algo que nunca voy a perdonar a mis padres.
Padres: entiendan a sus hijos, ámenlos, cuídenlos, no los sobreprotejan, adviértanlos pero no les nieguen las experiencias, apóyenlos, guíenlos en sus sueños, no les mientan, sean sinceros y honestos pero de la manera mas amable posible, háblen con suavidad y cariño, escúchenlos porque es la base de la comunicación, no los comparen con sus amigos y mucho menos con gente que vive otras realidades, muéstrenselo pero no les reclamen que ellos tienen una realidad 'acomodada' cada vez que ellos se sientan tristes, ayúdenlos, jamás los hagan sentir miserables, si un hijo se siente triste no se enojen con ellos, no los hagan sentir peor de lo que ya se sienten, abrácenlos, entiendan si no quieren hablar, entiendan si tienen un mal día, escuchen sus reclamos, generen confianza, construyan el amor, no los decepcionen. Sepan que el verdadero fracaso como padre no es tener un hijo sin un título universitario, gay, vegetariano o que no sea igual a ustedes, el verdadero fracaso como padre es tener un hijo que gracias a su crianza se siente miserable por el resto de su vida, a pesar de tener cosas prometedoras como un título universitario, un gran trabajo y haber formado una gran familia.
Papá, mamá, ellos son lo que nosotros les inculcamos, y podemos llevarlos por un gran camino y ser personas que con poco son felices, o pueden llegar a ser sumamente exitosos pero terminar con cincuenta años y una bala atravesando su cabeza porque no soportan seguir sintiéndose miserables desde que tienen quince.
Hoy en día la depresión en adolescentes es muy común, y no es culpa suya, es culpa de los adultos. No hay amor, no hay apoyo, atención, no hay confianza, no hay siquiera relación a veces. Valoro mucho a esos padres que son los mejores del mundo con sus hijos y que están realmente dispuestos a dar todo por su felicidad. Pero padre que da todo por la felicidad de sus hijos no es el que lo dice, es el que no lo dice pero si lo demuestra. Es el que para cumplir los sueños de su hijo no le dice los riesgos cada vez que lo menciona, es el que hasta inventa posibilidades. No es el que lo manda al mejor colegio privado y paga por la mejor educación, es el que se preocupa por si aprende o no, escucha y lucha por sus reclamos. Y no es el que siempre está en casa, es el que trabaja día y noche por su bienestar pero al verlo deja de lado los problemas y le pregunta como está, si está bien, le da un abrazo, le da amor.
Toda mi vida vi a mis padres entrando y saliendo de casa, a veces incluso sin despedirse. Escuché a mi madre y a mi abuela hacerme sentir miserable, tirando abajo cada sueño que yo tenía con las posibilidades de que no vaya todo tan bien. Viví a mis padres desmereciendo cada cosa que hacía bien pero sobreactuando por cada una que hacía mal. Me tocó una mamá que hipócritamente luchaba por las mujeres golpeadas y abusadas, mientras ella psicológicamente abusaba de mi como lo haría cualquier machista contra su esposa: según mi madre nunca fui capaz (ni lo voy a ser) de todo lo que me proponía; según ella mis sueños estaban fuera de presupuesto (en una familia de clase media, extrañamente siempre lo estaban; raro ¿no?) mientras ella hacía lo que quería; según ella yo siempre tuve todos los gustos, aunque yo siempre reclamé amor y buenos tratos que jamás obtuve; entre otras muchas cosas que me llevaron a la triste realidad: mi mamá no me ama, porque alguien que te ama entiende cuando pedis buenos tratos, amor, apoyo, comprensión, y las cosas básicas que se dan cuando uno pronuncia la palabra 'amor'. Después de esto y años de terapia, sigo sintiéndome miserable y necesito la aprobación de otros para hacer cualquier cosa, y es algo que nunca voy a perdonar a mis padres.
Padres: entiendan a sus hijos, ámenlos, cuídenlos, no los sobreprotejan, adviértanlos pero no les nieguen las experiencias, apóyenlos, guíenlos en sus sueños, no les mientan, sean sinceros y honestos pero de la manera mas amable posible, háblen con suavidad y cariño, escúchenlos porque es la base de la comunicación, no los comparen con sus amigos y mucho menos con gente que vive otras realidades, muéstrenselo pero no les reclamen que ellos tienen una realidad 'acomodada' cada vez que ellos se sientan tristes, ayúdenlos, jamás los hagan sentir miserables, si un hijo se siente triste no se enojen con ellos, no los hagan sentir peor de lo que ya se sienten, abrácenlos, entiendan si no quieren hablar, entiendan si tienen un mal día, escuchen sus reclamos, generen confianza, construyan el amor, no los decepcionen. Sepan que el verdadero fracaso como padre no es tener un hijo sin un título universitario, gay, vegetariano o que no sea igual a ustedes, el verdadero fracaso como padre es tener un hijo que gracias a su crianza se siente miserable por el resto de su vida, a pesar de tener cosas prometedoras como un título universitario, un gran trabajo y haber formado una gran familia.
Papá, mamá, ellos son lo que nosotros les inculcamos, y podemos llevarlos por un gran camino y ser personas que con poco son felices, o pueden llegar a ser sumamente exitosos pero terminar con cincuenta años y una bala atravesando su cabeza porque no soportan seguir sintiéndose miserables desde que tienen quince.
Los hijos nunca van a ser lo que nosotros queremos, van a ser lo que ellos quieran, y para eso también necesitan y merecen motivación y amor.